sábado, 5 de enero de 2013 in

A los Reyes Magos



A los Reyes Magos



Queridos Reyes Magos:

No sé si os extrañará que os escriba después de tantos años. En realidad, puede que sea ésta la primera carta que os mando en mi vida. ¡Justo cuando ya tengo cuatro nietos! De niño en el pueblo no recuerdo haber entregado nunca al tío Vicente, el cartero, una carta para vosotros. Normalmente veníais con fríos, grandes heladas o alguna gran nevada, y en Grávalos no había comercios ni habíamos oído hablar de tiendas de juguetes ni de grandes almacenes. Ni siquiera se había inventado el bolígrafo. Así que mal os íbamos a encargar nada. Además éramos pobres, como sabéis, y a los agricultores pobres les cuesta mucho pedir nada que no sea necesario. Y menos, humillarse pidiendo. Pero siempre he creído en vosotros. Estoy convencido de que, en vuestra noche mágica, acompañareis, invisibles, a todas las caravanas –también a las horteramente comerciales- y pondréis ilusión en el corazón de cada niño. No sé si los Reyes son los padres, como dicen los aguafiestas, pero estoy seguro de que vosotros estáis detrás de todo este ajetreo de emociones, no me lo neguéis. Además, como hace mucho tiempo que me quedé sin padres, no tengo más remedio que dirigirme a vosotros sin intermediarios.

Hoy, más que nunca, quiero agradeceros todos los regalos que me trajisteis cuando era niño y ahora, cuando ya soy mayor, los que traigáis para mis cuatro nietecillos: Marcos, Vega, Millán y Alfonso.

Venid y no paséis de largo. Os confieso estaré despierto. Oiré los pasos de vuestras botas en la oscuridad, y me haré el dormido. Sé que vais a venir por la carretera de Alfaro que es por donde sale el sol, bordeando el pueblo, por la Font Sorda -por cierto, me ha alegrado mucho saber que el Balneario que queda en vuestra ruta, en contra de algunos rumores tristes- está a punto de terminar su amueblamiento para ser inaugurado. Ya me diréis cómo, en mi niñez, se las arreglaban los camellos para superar el Picazo y cruzar el Puerto con nieve hasta el corvejón. Entonces era lo que más me intrigaba. 

En esta carta no quiero pediros nada para mí. Si acaso, que la poesía se imponga a la economía.  Que se muera la prima de riesgo. Que vuelvan las gentes de la ciudad al pueblo. Que se cure de una vez el cáncer. Que se acabe con el alzheimer. Y en fin, que se inaugure el balneario para que sea un lugar de luz y  que ¡por favor el albornoz sea de algodón blanco y la mantelería blanca y mullida! No sé si os pido demasiado. Pero más difícil parecía lo que pasó cuando emprendisteis el camino hace más de dos mil años siguiendo una estrella. Y ya veis.

PD. Al pie de la escalera os dejo para que alimentéis a los camellos un haz de esparceta y un celemín de cebada y para vosotros lo típico de esta noche, un azumbre de leche con unas gotitas de coñac y una cajita de esas rosquillas que por aquí las llamamos “paciencias”.


Fotos y texto de La Medusa Paca. Copyright ©

Leave a Reply

Con la tecnología de Blogger.

Seguidores